viernes, 5 de septiembre de 2014

Qué me has hecho

No puedo seguir aquí, me volveré loco. Me voy, más rápido que antes, no me llevo nada. Sé que nunca leerás esto, pero no importa.

No me hagas desaparecer, te lo suplico.-

La completa historia sobre ti - Esqueje 2

Me faltas hace tantos días.

He dejado el celular de lado, las redes sociales, las aplicaciones de fotos, todo ha quedado al margen, a un costado junto a todas las cosas que he atado a tu nombre. No puedo explicar la explosiva evolución de mis sentimientos por ti, de cómo la confianza surgió de manera tan orgánica como la vida en la tierra. No puedo negar que mis días y noches conversando contigo, confiándote mi mundo, haciéndote reír, siendo yo mismo fueron los momentos más bellos que me han dado las telecomunicaciones. Tus palabras, tus pensamientos nocturnos, desearte un buen día cada mañana que abría los ojos mientras tú, en tu costado de la galaxia, descansabas y reposabas la mente. Sonrío mientras escribo estas palabras, sonrío con un semblante que no me agrada, pero sonrío. Sonrío por ti, por tu belleza, por la órbita de virtudes que transitan junto a ti; astro de mi noche nauseabunda. Contigo me he sentido acompañado, he reconocido a la compañera que esperaba hace eones y que, por desazares,

Te extraño tanto y me está matando.

Lo he hecho todo mal. Lo siento tanto. Lo he estropeado todo.

Se me están secando las manos.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

La completa historia sobre ti - Esqueje 1

No sé muy bien cómo llegué a conocerte, pero ha sido la experiencia más vertiginosa de los últimos tiempos. Los tiempos, los que nunca están a nuestro favor, me han permitido hacerme a un lado y contemplar, desde la vereda de la desazón, lo que ha sido esta completa historia sobre ti.

Te extraño de cojones.

Cuando te vi por primera vez fue desde una pantalla lejana. Yo vivía en la capital, hacia clases, escribía una serie ajena, un largometraje prestado y publicidad barata para jefes multimillonarios. bebía y fumaba mucho, me sentía solo todos los días y apostaba mi corazón cada noche de viernes a puros caballos cojos. Había una nube negra de smog que lo cubría todo, caía sobre mí cada vez que llovía y yo, inocuo de sensaciones, aprovechaba para poder ver la luna en todo su esplendor, cosa que la contaminación lumínica nunca permite hacer. Ahí estaba yo, pesando 14 kilos más que ahora y con un saco de frustraciones sobre mis hombros. en esos días, un amigo me dijo "¿Podis darle "like" a esto? Es mi programa nuevo", yo le hice caso, más que mal, tampoco tenía nada digno que ver. Ahí te vi. Mentiría si dijera que no despertaste mi curiosidad, más que mal, saltas a la vista; eres guapa y muchos colores decoran tu piel. Me detuve por un segundo, me mordí la barba y asentí. "Buena volá'", pensé.

Al tiempo todo se fue al carajo. Mi mundo capitalino se desmoronó, mis frustraciones no-laborales me sobrepasaron y me frustré con la gente, me decepcioné de mi confianza y mi estupidez para elegir en qué individuos depositar mi afecto y a quien entregarle mi cariño. Mi abuela murió, me humillaron emocionalmente, mis amigos me llevaban cada vez más a una espiral de vicios y vacío emocional que simplemente no me terminaba por cuajar. Me empecé a volver loco, incluso la música había perdido su sentido. Entregué todos mis sobres azules y me fui. ¿Pero qué vas a hacer? No sé, vivir supongo, respondía. Entenderás que nunca he querido ser un magnate ni mucho menos gobernar el mundo, solo quiero un lugar donde poder apoyar mi cabeza y cerrar los ojos en paz, así como un par de labios a los cuales pueda tanto besar como confesar todos mis secretos, ideales, sueños y aventuras. Extrañaba sentirme humano ¿Sabes?

Cuando volví no sabía a qué venía, muchos menos con la premura de tener un contador en reversa sobre la cabeza que denotaba los meses que me quedaban aquí.

Procuré cerrar mi corazón a cualquier ataque.

Me volví fuerte, me consolidé, crecí en el espíritu y sanjé todos los dolores que me habían impedido vivir con mi familia en paz durante el pasado. Me reencontré con mi infancia, con el mar, la luna y esa tranquilidad matutina que solo te brindan las ciudades pequeñas como las nuestras. Sané todos mis dolores, aprendí a sonreír por las mañanas y agradecer a Dios por todo. Me sentí feliz de nuevo y, entre todas esas sonrisas, me ofrecieron ser parte del programa que antes hubiera visto por youtube tantas veces.

Soy un pelmazo. Confieso que lo primero que pensé después de decir que si fue ¿Irá a estar ella?

Cuando te vi por primera vez en persona lo primero que hice fue robarme una imagen mental de tu boca. Es el delineado más bello que he visto en mucho tiempo, he aprendido a dibujarlo con mis manos en tantas superficies; sobre mi piel, sobre una hoja en blanco, sobre las nubes que cortan el firmamento, sobre tu propia boca cuando musita suspiros y ensoñaciones. No supe qué decir, me quedé callado, mantener el perfil bajo, ocultarme bajo la inmensa chaqueta que portaba, no verme, no notarme mirándote. Ya la segunda jornada fue imposible no pararme junto a ti y articular cualquier estupidez que se me ocurriera.

Vivi nunca tendrá el mismo sentido para mí.

Te descubrí graciosa, sonriente, chispeante, una maravilla. "Esto no va bien", pensé. Me conozco, sé cuando llevarme a alguien en la cabeza no va a buen puerto o, más bien, va precisamente a ese puerto. La suerte estaba echada. Luego hubo un día que se grabó mucho de corrido, nos hicieron callar por reírnos muy fuerte ¿Es que cómo no inventarme maneras de sacarte risas si es encanto puro? Sé que te refuerzas en la imagen de un ser "desalmado", duro y desinteresado pero cariño, he aprendido a leer tus ojos, me he vuelto un docto en la lectura de tu sonrisa y, desde esos primeros momentos, supe que tu espíritu anhela reír. Me dispuse a conseguirlo hasta que me quedara sin material. Luego descubrí mil un maneras de desbaratarte a carcajadas pero, en un principio, la única manera no vergonzosa de dirigirme a ti era buscando fotos estúpidas de gente haciendo cosplay mal ejecutados y carajo, que patético se debe haber visto eso. Soy un pelmazo.

Pasó el tiempo y el verano terminó. Luego de varias semanas volvimos a pillarnos en el estudio y todo parecía normal hasta que tus palabras en la pantalla de mi celular empezaron a aparecer.

No sabes cuánto te he extrañado.


No se me han acabado las palabras.-