Ahora sólo me queda buscarme de amante
la respiración
No mirar a los mapas, seguir en mi mismo
No andar ciertas calles,
olvidar que fue mío una vez cierto libro
O hacer la canción
Y decirte que todo esta igual
la ciudad, los amigos y el mar
esperando por ti,
esperando por ti.
Sigo yendo a Teté semana por semana
te acuerdas de allá
Hoy habló de fusiles despidiendo muertos
Yo se que ella me ama
Es por eso tal vez que te siento en su sala,
aunque ahora no estás.
Y se siente en la conversación,
o será que tengo la impresión,
de la ausencia y de ti,
de la ausencia y de ti.
No quisiera un fracaso en el sabio delito
que es recordar.
Ni en el inevitable defecto que es
la nostalgia de cosas pequeñas y tontas
Como en el tumulto pisarte los pies
Y reír y reír y reír,
Madrugadas sin ir a dormir.
Si, es distinto sin ti.
Muy distinto sin ti.
Las ideas son balas hoy día y no puedo
usar flores por ti.
Hoy quisiera ser viejo y muy sabio y poderte decir
lo que aquí no he podido decirte,
hablar como un árbol
con mi sombra hacia ti.
Como un libro salvado en el mar,
como un muerto que aprende a besar,
para ti, para ti,
para ti, para ti.
He aprendido a buscarte en todos lados; en las nubes que dibujan el contorno de tu nariz, en el tronar del mar rememorando la potencia de tu garganta, en la furiosa templanza de tu pecho arrebolado sobre mi lecho. Cómo te extraño, creatura mía. Cómo te extraño y cuánto quiero que pienses en mí en tu cotidiano, en tus devenires, en tus inocuas locuras que detonan mi silencio. Es un gesto egoísta, lo sé, egoísta y que no corresponde, pero no me importa, hoy no, ahora no. Quiero que pienses en mí porque tu ausencia me está sacando las uñas. La falta que me haces carcome mi carne y trastoca mis noches. Las palabras no me cuajan. Mi niña bella, mi astro ausente. Brilla hacia la sonrisa, hacia el genuino gesto que tratas de ocultar con las corazas que los años te han forzado a crear; ve lo bello. El cielo, el horizonte, nuestras manos cruzadas con el sol bronceando nuestras mejillas, tu abrazo silencioso en la perpetuidad del genuino afecto, del inocente querer. Querer-te/a-ti. Te añoro cual ingenuo, te quiero con candidez, sin resquemores, plagado de esperanza. Epitafio de mis fracasos es mi amor por ti.
¿No lo puedes ver?
Sé que no es suficiente. He comprado un cargamento de paciencia para poder aguantar el tiempo que falta para que todo se apacigüe y pueda, por fin, llevarte de la mano sin temer. Ideas tengo por montones, lugares he marcado en mi mapa y recuerda; hay comida rica de premio. Sé que no es suficiente, pero prometo esperar.
Soy hombre de palabra.
Mientras, escribiendo espero.
Y esperaré.-
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