viernes, 11 de octubre de 2013

Cable a tierra.-

Transito entre el paradigma que conforman tus ojos, la prerrogativa que se esconde tras tu iris colorida. Aquí permanezco, infartante e insoluble. Pastoso, heterogéneo, a-forme, moldeado según la a-forma con que me veo reflejado en tus cristales oculares. Un poco curvo, alargado, con la nariz afilada (Cuando realmente es lo contrario) y los ojos como platos, la frente enorme y más enorme aun el corte afilado de mis mejillas. Así soy yo cuando me respiro en tu boca; un mutante mirando a otro mutante, simbiosis de dos galaxias, coitos interdimensionales.
Me gusta escribir pensando en alguien, supongo que le pone un rostro a las palabras que escapan de mis dimensiones subcutáneas. Me gusta esa última palabra, me recuerda a alguien más. Ojos claros ¿Claros? verdes. Se dice que el verde los ojos se relaciona, semióticamente, a la magia druida, a los elfos de bosque, a una condición de irrealidad plástica que solo su dueña, a causa de su encanto hipnotizante, puede portar. Víctor Jara tenía una canción que hablaba de esos ojos, pero dudo que tuviera realmente clara la película respecto a lo que pudieran implicar esas condenadas bellezas de la joyerías genética.
Bueno, por algo terminó como terminó.

La mejor parte de The Wire es volver a ver The Wire.

Te comería los ojos como dos aceitunas sevillanas. Los pintaría con mi lengua y luego los dejaría dentro de una pecera.

Ya tengo tu enfermedad en mi.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario